domingo, 6 de marzo de 2016

TEMA 13.

TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y CAMBIOS SOCIALES EN EL SIGLO XIX



1. TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS. LAS PECULIARIDADES DE LA INCORPORACIÓN DE ESPAÑA A LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL:

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Las transformaciones económicas más importantes  en la España del SXIX fueron: la desamortización, la industrialización y el desarrollo del ferrocarril.

PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS:

Las desamortizaciones consistieron en la expropiación por parte del Estado, de tierras eclesiásticas y municipales para su posterior venta a particulares, en pública subasta. Aunque se dieron algunos precedentes en el SXVIII, destacan sobre todo dos episodios:
                  - La desamortización de Mendizábal (1836): venta por subasta de las tierras expropiadas a las órdenes religiosas (clero regular). Se buscaba sanear la Hacienda, financiar la guerra civil contra los carlistas y convertir a los nuevos propietarios en adeptos para la causa liberal.
                  - La desamortización general de Madoz (1855): afectaba a las tierras de la Iglesia aún no vendidas y a las de propiedad municipal. Se buscaba con ello, reducir la deuda pública y financiar la construcción del ferrocarril.
Efectos de las desamortizaciones: este fenómeno afectó a la mitad de la tierra cultivable del país.  El hecho de que fueran realizadas buscando recursos económicos y no como una reforma agraria, llevó a que no se modificase en lo esencial, la estructura de la propiedad. Simplemente la tierra cambió de propietarios. La consecuencia positiva fue la puesta en cultivo de extensiones que no estaban explotadas por sus antiguos dueños.
Una agricultura de bajos rendimientos: La agricultura española se basaba en la trilogía mediterránea: olivo, vid y sobre todo trigo (éste último ocupaba el 90% de la superficie cultivada). La producción creció muy lentamente a lo largo del SXIX, debido a los escasos rendimientos agrícolas motivados por la escasez de innovaciones técnicas. Este panorama de estancamiento continuó durante toda la centuria, debido a que los altos aranceles impuestos a los cereales de importación, desincentivaron la puesta en práctica de mejoras agrarias. Por el otro lado sí que despegó un sector agrícola de altos rendimientos (vinculado a los productos de la huerta mediterránea), que pese a ser uno de los más competitivos de Europa, representaba un porcentaje insignificante en la superficie de cultivo.

PECULIARIDADES DE LA INCORPORACIÓN DE ESPAÑA A LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL:
El proceso de industrialización en España fue débil, tardío y limitado al entorno catalán y vasco.
La industria textil catalana: fue la única que se originó con capitales autóctonos, teniendo como sector más dinámico el algodonero. Creció en gran parte gracias a la protección arancelaria.
La siderurgia: no tenía buenos condicionantes para su desarrollo debido a la ausencia de carbón de buena calidad y a una demanda insuficiente (por el escaso desarrollo del sector industrial y agrícola). Después de la localización de la siderurgia en Andalucía y Asturias, donde finalmente despuntó el sector fue en el País Vasco. Su despegue se produjo a partir de la Restauración.
La minería: no se desarrolló hasta el último cuarto de siglo debido a la falta de capitales, conocimientos técnicos y una legislación de minas que impedía la iniciativa empresarial. La ley de Bases sobre minas (1868) abrió el camino hacia la explotación de muchos yacimientos que en su mayor parte fueron propiedad de compañías extranjeras.
Teniendo en cuenta todo lo anterior se puede hablar de fracaso de la Revolución Industrial en España, en parte debido a estos factores:
- La inexistencia de Revolución agraria: esto hizo que la población no creciera excesivamente (estancando la demanda), que la agricultura no demandara productos industriales y que no se trasvasara mano de obra desde el sector agrario al industrial.
- La escasez de capitales nacionales y la baja capacidad productiva de la industria española. Esto redundó en una baja productividad y propició que los capitales foráneos dominasen sectores básicos como los transportes y la minería.
- La inexistencia de un mercado nacional desarrollado (demanda insuficiente) y con buenas comunicaciones, que facilitara los intercambios comerciales.

La política comercial y los intercambios exteriores: España se convirtió en exportadora de materias primas (plomo, mercurio, cobre y hierro) e importadora de productos industriales, lo que daba como resultado una balanza comercial deficitaria. La política comercial durante este siglo tuvo un claro dominio del proteccionismo, fruto de la presión de los empresarios textiles catalanes, los siderúrgicos vascos y los cerealistas castellanos.

EL FERROCARRIL:
Las primeras líneas ferroviarias se desarrollaron a mediados de siglo (Barcelona – Mataró, Madrid- Aranjuez y Langreo – Gijón), pero el desarrollo no comenzó a ser significativo hasta la promulgación de la Ley de ferrocarriles (1855), que dejaba a iniciativa de compañías privadas, la construcción y explotación de las redes, permitiendo la entrada de capitales extranjeros, así como la concesión de subvenciones. Esto provocó la proliferación de sociedades de capital extranjero (francés y británico, predominantemente) que importaron material ferroviario del exterior, lo que hizo que no se estimulase la industria siderúrgica nacional. Además la articulación de las redes, con predominio de una estructura radial, que primaba las comunicaciones de Madrid con la periferia peninsular, tardó décadas en paliarse. Como consecuencia positiva cabe destacar que la expansión del ferrocarril contribuyó a la consolidación de un mercado nacional, con la eliminación progresiva de las diferencias regionales en los precios de los artículos.


2. TRANSFORMACIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD     ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.


CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO:
El crecimiento demográfico español fue uno de los más bajos del continente ya que hasta principios del siglo XX se mantuvo el ciclo demográfico antiguo caracterizado por una alta natalidad y una alta mortalidad. Esta última venía motivada por una alimentación escasa y desequilibrada, por la incidencia de las epidemias (como la del cólera de 1885), la falta de higiene y una medicina con escaso desarrollo. La población pasó de los 11.500.000, en 1800, a los 18.600.000, en 1900, mientras la esperanza de vida rondaba los 35 años en esta última fecha. Pese a que se incrementó el éxodo rural (debido al estancamiento del mundo agrario y las nuevas expectativas laborales que ofrecían las ciudades) solo Madrid y Barcelona estaban en torno al medio millón de habitantes, con un predominio todavía claro de la población rural (70% del total). Resultado de esas migraciones el crecimiento demográfico de la periferia de española fue mucho mayor que el de la España interior (salvo Madrid).

LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES:

A lo largo del siglo XIX, la vieja sociedad estamental (basada en el privilegio de sangre, la desigualdad jurídica y con escasa movilidad social) fue desapareciendo en detrimento de la  naciente sociedad de clases. En esta nueva sociedad, las clases sociales son grupos abiertos, a los que se pertenece en función del trabajo y de la riqueza y no por nacimiento. Es una sociedad dinámica y abierta, que aunque se asentaba en los postulados liberales de libertad e igualdad ante la ley, en la práctica mantuvo las desigualdades de tipo económico.
- La clase alta era el nuevo bloque social dominante: estaba integrada por la antigua aristocracia terrateniente, la nueva burguesía de negocios (industriales, financieros banqueros, compradores de tierras desamortizadas), altos cargos del estado,mandos militares y el clero, que aunque con menor poderío económico, siguió manteniendo su influencia.
- La clase media urbana: fue escasa en número (5%) y estaba integrada por pequeños comerciantes, funcionarios, profesiones liberales (abogados, médicos…)…
- Clases populares: eran el grupo más numeroso. Destaca el campesinado (66% de la población total) que no pudo acceder a la compra de tierras desamortizadas y en muchos casos perdió el usufructo de las comunales. Muchos emigraron y otros se convirtieron en jornaleros (en el centro y sur peninsular), manteniendo unas duras condiciones de vida debido a los bajos salarios, la mala alimentación y el paro estacional. En el medio urbano había predominio de trabajadores de talleres artesanales, criados etc, porque el  proletariado era todavía escaso (salvo en Barcelona, Bilbao y Asturias).  Vivían  en condiciones infrahumanas, en barrios de chabolas insalubres, con largas jornadas de trabajo y salarios ínfimos.

GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA:

Mientras que, para determinados grupos sociales, el crecimiento industrial y agrario les  trajo grandes beneficios, para otros, como el proletariado, no supuso una mejora de las condiciones de vida. Como consecuencia de esto, las luchas sociales se intensificaron a lo largo del siglo XIX. Los antecedentes del movimiento obrero se remontan a la década de los 30 del siglo SXIX. Nacieron algunas asociaciones, como las “sociedades de socorro mutuo”; y se produjeron algunas protestas de carácter ludita, como los conflictos en 1835 en la fábrica “El Vapor” en Barcelona, o las protestas contra las “selfactinas” en 1854. Estas primeras manifestaciones del movimiento obrero fueron duramente reprimidas por los gobiernos de la época. También el Partido Demócrata y los republicanos asumieron las reivindicaciones sociales de los trabajadores hasta la creación de asociaciones con programas  exclusivamente obreros. Pero no sería hasta el Sexenio Democrático (1868 – 1874) cuando se produjo la expansión del movimiento obrero, debido a la confluencia de varios factores:
- La fundación de la Primera Internacional (AIT) en 1864 (organización creada en defensa de  la emancipación de la clase obrera) que difundió las nuevas doctrinas socialistas y anarquistas. La Sección Española de la A.I.T nació debido al impulso del anarquista italiano Giuseppe Fanelli. Desde un principio en los "internacionalistas" españoles hubo claro predominio de la ideología anarquista, inspirada en el pensamiento de Bakunin. Como era  de esperar por su mayor grado de industrialización, el movimiento anarquista  tuvo  un mayor desarrollo en Cataluña. Por otro lado, Paul Lafargue, yerno de Marx, vino a nuestro país a propagar las ideas del marxismo
- El reconocimiento del derecho de asociación que recogía la Constitución de 1869.
-  El clima de inestabilidad en el que se desarrolló la I República, que fomentó la agitación revolucionaria.
Con la Restauración, se produjo un periodo de decadencia, al ser prohibidas las asociaciones obreras, hasta 1887, en que Sagasta, promovía una ley de asociaciones (1887), que hacía salir a éstas de la clandestinidad.
El movimiento obrero se dividió en dos tendencias, al igual que había sucedido a nivel europeo desde 1872:
- Tendencia marxista: representada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fundado en 1879 en torno a la agrupación de tipógrafos, entre los que estaba su líder Pablo Iglesias. Este partido tenía un programa político con las siguientes peticiones: derecho de asociación, reunión y manifestación, sufragio universal, reducción de la jornada de trabajo  y  prohibición del trabajo infantil. En 1888 los socialistas fundaron el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) que practicó una política socialista muy prudente recurriendo a la huelga sólo como última opción. Tanto el PSOE como la UGT, tuvieron su mayor implantación en Madrid, Bilbao y Asturias, consiguiendo su primer diputado en 1910.
- Tendencia anarquista: ejerció su mayor influencia en Andalucía, Aragón, Cataluña y  Valencia. Desde el principio estuvo dividida en torno a dos tipos de organizaciones:
·         Grupos de acción directa: que utilizaban la violencia para conseguir el cambio político, centrándose en terratenientes, políticos (asesinato de Cánovas del Castillo), empresarios e incluso el propio rey Alfonso XIII. De entre estos grupos clandestinos cabe mencionar la Mano Negra.
·         La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Se fundó en 1881 y era de tendencia anarco –sindicalista. Rechazaban la formación de partidos obreros y su participación en el sistema político burgués (elecciones, gobiernos…), asumiendo sólo como instrumento válido de acción, la huelga general revolucionaria y la agrupación de los obreros en sindicatos. La FTRE, aunque era un grupo pacífico, se disolvió por la persecución a la que fue sometido tras los atentados terroristas de la Mano Negra. En 1910 se creó la  CNT.


3. TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES. LA EDUCACIÓN Y LA PRENSA: 

TRANSFORMACIONES CULTURALES:
Durante la primera mitad del siglo XIX llegaron a España las corrientes artísticas denominadas Neoclasicismo y Romanticismo y, durante la segunda mitad, el Realismo y Naturalismo. El régimen liberal permitió a los intelectuales y artistas acercarse a las corrientes europeas y desarrollar actividades propias del nuevo estilo burgués lo que favoreció la expansión de los nuevos movimientos culturales europeos por España. El despertar de la cultura española coincidió con la crisis de finales del siglo XIX. En estos años se inició una etapa de gran esplendor científico y  cultural –Santiago Ramón y Cajal y generaciones del 98, 14 y 27 respectivamente-. La generación  del 98 criticó los defectos del sistema político de la Restauración –decadencia nacional y oligarquía del poder-, pero no hicieron propuestas políticas alternativas coherentes. En la generación del 98 destacaron ensayistas como Joaquín Costa y Ramiro de Maeztu, o escritores y periodistas como Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Ramón María del Valle-Inclán.
Frente al pesimismo de sus maestros del 98, la generación del 14 (José Ortega y Gasset) quiso encontrar soluciones a los problemas de España. Su propuesta era hacer una “nueva política” con el objetivo de modernizar y europeizar España.

CAMBIO EN LAS MENTALIDADES:

Durante el siglo XIX chocaron tradicionalismo e innovación.
- Tradicionalismo: basado en los valores propios del absolutismo del Antiguo Régimen y del liberalismo más conservador –tradición, jerarquía, orden y moral-, era defendido por intelectuales como Marcelino Menéndez y Pelayo, que identificaban España y catolicismo.
- Innovación: los pensadores liberales como Francisco Giner de los Ríos defendían una cultura abierta a las novedades del pensamiento europeo –darwinismo, racionalismo,  positivismo-, (impregnadas de modernidad y laicismo) para superar el atraso cultural y científico. A pesar de los cambios producidos, permanecieron vigentes muchos valores y costumbres heredados de épocas anteriores como el sentido del honor, la infravaloración del trabajo, la picaresca, la petulancia, el trato despectivo a los considerados inferiores, etc.

En la sociedad española se distinguían tres clases:

- Las clases altas: eran minoritarias y formaban un grupo bastante homogéneo, unido por la conservación de las viejas actitudes aristocráticas, como la ostentación de su riqueza, la vida palaciega y la organización de cacerías.
- Las clases medias: eran, en general, más progresistas que las altas pero, debido a su diversidad, ideológicamente más heterogéneas. Muchos de sus componentes aspiraban a intervenir en la vida política y formaban un segundo nivel del entramado caciquil y de los partidos.
-Las clases populares: representaban más del 80% de la población al iniciarse el siglo XX. La influencia del movimiento obrero anarquista y marxista desarrolló entre el proletariado la conciencia de clase y multiplicó su capacidad reivindicativa.

LA EDUCACIÓN Y LA PRENSA:

La educación: Mientras que en Europa prácticamente había desaparecido el analfabetismo, en España, a principios de siglo XX, aún superaba el 60% de la población. El modelo educativo español quedó fijado en 1857 por la ley Moyano, que dividía la enseñanza en tres niveles (educación primaria obligatoria, secundaria y universitaria), encargó su financiación a los ayuntamientos y estableció el derecho a la creación de centros privados, garantizando la influencia de la Iglesia en la enseñanza (plasmada en el Concordato de 1851). Por ello la asignatura de religión era obligatoria y existía además, una adaptación a la doctrina católica de los libros y de las explicaciones de los profesores. A principios del siglo XX la Iglesia impartía el 33% de la enseñanza primaria y casi el 80% de la secundaria.
Frente al conservadurismo de la enseñanza oficial y religiosa, Francisco Giner de los Ríos fundó en 1876 la Institución Libre de Enseñanza (ILE), siguiendo un concepto de renovación educativa. La ILE era un centro privado, laico y alternativo a la cultura oficial, que tenía como objetivo la formación de personas libres, fomentando la tolerancia y el espíritu crítico. La ILE introdujo en España métodos educativos de vanguardia (educación activa, experiencial e integral, con  nuevas actividades como la educación física, excursiones, canto…)
Por su parte, el movimiento obrero fomentó la enseñanza popular a través de las escuelas de alfabetización de los ateneos obreros. Hay que desatacar al pedagogo libertario Francisco Ferrer Guardia, creador de la Escuela Moderna (Barcelona, 1901), de orientación libertaria. Defendía una educación sin coacciones, racional, rechazo a la predominancia memorística, inculcar valores como la igualdad o la solidaridad (propios del anarquismo)….
La prensa: La prensa tomó un marcado carácter político desde principios del siglo XIX. Su papel fue decisivo en la difusión de ideas liberales, aunque tuvo que luchar contra las prohibiciones que impusieron el absolutismo de Fernando VII y los gobiernos conservadores isabelinos.
El pleno desarrollo de la prensa tuvo lugar a partir de la Ley de libertad de imprenta de Práxedes Mateo Sagasta, tras la Revolución de 1868. En 1873 se editaban en Madrid 102 publicaciones o gacetas. Nació una prensa informativa independiente con periódicos como El Imparcial o La Vanguardia, que incorporaban nuevos contenidos, con secciones de pasatiempos, anécdotas, humor y sobre todo los folletines (novelas por capítulos) con muy buena acogida por los lectores.
Los nuevos formatos de periódico aumentaron la tirada, aunque sin sobrepasar los 15.000 ejemplares, pues la mayoría de la población era analfabeta y de escaso poder adquisitivo. Se hicieron frecuentes las lecturas colectivas, las lecturas en cafés, ateneos y tertulias, pasando por muchas manos en un único ejemplar.
Paralelamente surgió la prensa obrera, que difundía los proyectos políticos de socialistas (El Socialista) o anarquistas (Tierra y Libertad) y revistas ilustradas satíricas como La Flaca y El Motín.

AUTORMarcos Munguía.

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